Antes comprar un pasaje para viajar por vía terrestre era el inicio de una aventura, ya sea para tomarnos unas merecidas vacaciones, para reencontrarnos con nuestra familia o simplemente por negocios.
Hoy esa figura ha cambiado radicalmente y nuestras carreteras se han convertido en vías que solo nos conducen a la muerte, ya sea por fallas humanas, por irresponsabilidad de los propietarios de las empresas de transporte o por la inacción del ministerio de transportes y comunicaciones.
Miles de ciudadanos han muerto en nuestras pistas en los últimos 5 años y lo más preocupante es que esta cifra sigue en aumento y seguirá incrementándose mientras que los responsables no asuman las consecuencias de sus malos manejos y se sigan culpándose los unos ha los otros sin plantear una verdadera solución a tan vergonzosa situación.
Sabemos que la principal causa de los accidentes es el factor humano, ya sea por que los chóferes exceden las horas que pueden trabajar (voluntariamente o por que sus empleadores los obligan), por las condiciones irregulares en las que funcionan las empresas de transporte, por el incremento desmedido de las unidades y la falta de recursos de las autoridades competentes para supervisarlas o por la corrupción de los policías que supuestamente deberían aplicar el plan Tolerancia Cero.
Son muchas las causas que podemos mencionar pero muy poco lo que se puede hacer. Creo que por nuestra parte nos toca contribuir como ciudadanos responsables que valoramos la vida, exigiendo nuestros derechos y no confiar nuestro bien más preciado a empresas que solo buscan lucrar con nuestra necesidad; debemos comprender que nuestras vidas valen mucho más que el ahorro de unos pocos soles.
Por su parte las autoridades deben dejar de perder el tiempo haciendo acusaciones infundadas y proponer soluciones prácticas que terminen con la fatalidad de nuestras carreteras.
Solo así los peruanos y los turistas que nos visitan podremos disfrutar tranquilamente de nuestro territorio y viajar sin estar pensando que nos pueden asaltar en cualquier momento o lo que es peor, que al terminar la siguiente curva podríamos encontrar la muerte.
Hoy esa figura ha cambiado radicalmente y nuestras carreteras se han convertido en vías que solo nos conducen a la muerte, ya sea por fallas humanas, por irresponsabilidad de los propietarios de las empresas de transporte o por la inacción del ministerio de transportes y comunicaciones.
Miles de ciudadanos han muerto en nuestras pistas en los últimos 5 años y lo más preocupante es que esta cifra sigue en aumento y seguirá incrementándose mientras que los responsables no asuman las consecuencias de sus malos manejos y se sigan culpándose los unos ha los otros sin plantear una verdadera solución a tan vergonzosa situación.
Sabemos que la principal causa de los accidentes es el factor humano, ya sea por que los chóferes exceden las horas que pueden trabajar (voluntariamente o por que sus empleadores los obligan), por las condiciones irregulares en las que funcionan las empresas de transporte, por el incremento desmedido de las unidades y la falta de recursos de las autoridades competentes para supervisarlas o por la corrupción de los policías que supuestamente deberían aplicar el plan Tolerancia Cero.
Son muchas las causas que podemos mencionar pero muy poco lo que se puede hacer. Creo que por nuestra parte nos toca contribuir como ciudadanos responsables que valoramos la vida, exigiendo nuestros derechos y no confiar nuestro bien más preciado a empresas que solo buscan lucrar con nuestra necesidad; debemos comprender que nuestras vidas valen mucho más que el ahorro de unos pocos soles.
Por su parte las autoridades deben dejar de perder el tiempo haciendo acusaciones infundadas y proponer soluciones prácticas que terminen con la fatalidad de nuestras carreteras.
Solo así los peruanos y los turistas que nos visitan podremos disfrutar tranquilamente de nuestro territorio y viajar sin estar pensando que nos pueden asaltar en cualquier momento o lo que es peor, que al terminar la siguiente curva podríamos encontrar la muerte.
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